Probablemente el tema del consentimiento informado sea uno de los más estudiados y debatidos en el campo de la bioética. Enorme cantidad de libros, artículos científicos, tesis de maestría y doctorado, entre otras publicaciones académicas, se han producido sobre el asunto en las últimas dos décadas. Sin embargo, la mayoría de ellos están centrados mucho más en el consentimiento como una simple autorización que en el proceso del consentimiento mismo. Empero, hay una sustancial diferencia entre el proceso de consentir y el mero acto de firmar un papel que aporta informaciones sobre la participación en una investigación o antes de que se efectúe un determinado procedimiento, una cirugía, o una internación, sólo por citar algunos ejemplos.
Lo anterior nos lleva a pensar que todavía carecemos de una reflexión profunda acerca de lo que significa exactamente el consentir en situaciones de atención en salud. Aún es necesario distinguir claramente el proceso de consentir en el marco de la investigación científica del consentimiento utilizado en situaciones de asistencia o cuidados de salud. Se agrega a esta discusión el hecho de que en algunas situaciones el consentimiento es tratado como un contrato, atribuyéndole un carácter excesivamente jurídico, y contradiciendo su propia esencia, es decir, informar debidamente a la persona previamente a la decisión de participar de un proyecto de investigación científica, o consentir con algo necesario a su proceso de diagnóstico, alivio o tratamiento. El sentido de la palabra consentir es preci-samentepermitir, autorizar, no oponerse, concordar. Pero lo anterior no significa que tal acción, es decir, consentir –en el escenario dela atención a la salud–, sea transformada en una acción contractual. Actualmente, es visible y llama la atención el exceso de documentos de consentimiento que un enfermo debe firmar para internarse o para realizar los procedimientos mientras esté internado en una institución de salud. Tal exigencia también se presenta cada día más para las pruebas y procedimientos diagnósticos. La relación personal de salud-paciente, anteriormente basada en la confianza, se ve hoy obnubilada por una serie de formalidades –y hasta burocracias– que se caracterizan cada vez más por una relación contractual de la atención en salud, donde el paciente pasa a ser el “cliente”. En este sentido, el cambio semántico aquí no es mero capricho, sino una denominación que asume un valor contractual y, a su vez, comercial. Algunos profesionales de la salud tratan de atender las necesidades de los enfermos más preocupados con el riesgo de sufrir una demanda judicial en el caso de que las cosas no resultasen bien, que con la verdadera esencia de la atención a la salud, es decir, centradas en el paciente. Sin lugar a dudas, tal visión repercute en el proceso de consentir, puesto que lo torna excesivamente burocratizado, lo que acaba por dar lugar al mero acto de firmar un documento técnicamente escrito, al cual muy frecuentemente el paciente ni siquiera leyó. A su vez, en el escenario de la investigación –sobre todo la investigación clínica– los consentimientos toman también una forma cada vez más contractual, estando rellenos de palabras técnicas, frecuentemente de carácter jurídico. A lo largo de las discusiones de este libro optamos por caracterizar el participante de un estudio o proyecto de investigación como un voluntario de investigación, evitando utilizar la denominación sujeto de investigación, justamente para enfatizar una de las características más importantes del proceso de consentir, es decir, que sea voluntario.
Nos llama la atención que el consentimiento a cada día se torna más utilizado para una infinidad de procedimientos asistenciales. Xabier Ibarzabal afirma que lo hemos universalizado para cualquier forma de situación y circunstancia con la que nos encontramos a diario en nuestra práctica asistencial. Para el autor, todavía más preocupante son aquellos consentimientos que son implícitos, es decir, que nacen de la acción e intención clara de una persona, y que los convertimos en explícitos otorgándole una formalidad escrita. Ibarzabal cuestiona si hemos encontrado un nuevo Santo Grial que sirve para normalizar y formalizar cualquier forma de relación humana, ¿quizá por la seguridad que nos ofrece? Para el autor, es probable que el consentimiento se trata de una nueva construcción cultural, inventada por nosotros, a nuestra medida, que nos hacía falta para justificarnos; sin embargo, no parece que el modelo de consentimiento informado usado en la actualidad satisfaga a pacientes o a médicos, pero quizá sí se halle en su origen el convencimiento de que merece la pena contractualizaro garantizar la lealtad del médico hacia el enfermo y la confianza del enfermo en el médico. Todavía nos da mucho margen para pensar cuando cuestiona si ¿pretendemos convencernos que la lealtad y la confianza necesarias en la relaciónmédico-enfermo pueden ser aseguradas mediante una fórmula escrita?
La reflexión propuesta en las próximas páginas busca profundizar el tema del consentimiento desde el marco de una mirada del consentimiento como un proceso y no apenas como un acto aislado y descontextualizado. Cuando consideramos el consentir como proceso, se abre también la posibilidad de llevar en consideración los incontables factores que se conjugan para que el paciente o voluntario de investigación tome sus decisiones respecto a su cuerpo, su mente, su salud o enfermedad, su tratamiento, su curación; es decir, todo lo que tiene que ver con el proceso de atención a su salud. El proceso de toma de decisión en situaciones de salud no es nada fácil; todo lo contrario, se trata de un proceso complejo que se ve influido por muchos factores: desde la severidad de la situación, la edad de la persona, sus experiencias previas, su situación económica, su conocimiento sobre la enfermedad, su entorno familiar, su trabajo y, quizá lo más importante, su plan de vida.
Cabe decir que nuestros estudios sobre consentimiento se han consolidado por ocasión del curso de doctorado en la Universidade Federal do Rio Grande do Sul, en Porto Alegre, Brasil. La tesisdoctoral versó sobre el proceso de consentimiento, siendo su título Análisis de la diversidad en el proceso de obtención del consentimiento a través de la autorización por representación en situaciones asistenciales y de investigación en niños y adultos mayores, bajo la dirección de tesis del profesor José Roberto Goldim, y codirección del profesor Carlos Fernando MagalhãesFrancesconi, a quienes reiteramos nuestro agradecimiento. Parte de la tesis se encuentra publicada en dos artículos y un capítulo de libro. Algunos referenciales teóricos utilizados en las reflexiones propuestas en ese libro, sobre todo en los tres primeros capítulos, son originarios de dicha tesis doctoral.
El libro está dividido en cinco capítulos, ordenados desde los orígenes del consentimiento hasta su aplicación en los días actuales en un contexto intercultural. En el capítuloI trataremos de revisitar la historia y los orígenes del consentimiento formalizado, rescatando sus primeras utilizaciones en el escenario de salud, así como tratando de entender de qué manera se lo aplicaba desde el sigloXVIII. Además, tratamos de enseñar que no se trata de algo nuevo, sino que se fue construyendo a lo largo de la historia, mientras se presentaban también los avances de la medicina, tanto en el rubro de la investigación como en la asistencia a la salud.
En el capítulo IIreflexionamos sobre la falacia del consentimiento de quién no puede consentir. Se enfatiza el tema de las autorizaciones, pues no es posible que una persona consienta por la otra. Enfermos en situación terminal, adultos mayores sin capacidad para consentir, portadores de enfermedades psiquiátricas en episodios agudos, menores de edad, entre otras situaciones, son examinadas a la luz de tal referencial de autorización. A su vez, en el capítulo IIIverificamos similitudes y diferencias del proceso de consentimiento en investigación y en asistencia en salud. Se busca provocar la reflexión de dichas diferencias y similitudes, como por ejemplo, una persona se siente más libre para tomar la decisión de ingresar o no en un protocolo de investigación que para decidir sobre un tratamiento o una internación. Se supone que el principal punto que está en juego en la investigación es una posibilidad, y en la asistencia es la necesidad. Luego, la posibilidad de ingresar o no en un protocolo de investigación –salvo algunas excepciones– permite a la persona evaluar otras opciones y decidir a favor de aquella considerada como la mejor. Respecto a la asistencia, en la mayoría de las veces no son muchas las opciones y cuando un determinado procedimiento es indicado como tratamiento generalmente es porque el personal de salud ya evaluó las opciones, y propone lo que considera adecuado para el paciente. Hacer el balance riesgo-beneficio en tales circunstancias de necesidad no siempre es tan sencillo. La posibilidad permite; la necesidad, en alguna medida, impone.
El objeto de análisis del capítulo IVserá la igualdad de los desiguales: la exigencia normativa, donde se reflexiona sobre los pape- les de cada actor en el proceso de consentimiento. También hablamos del vínculo entre personal de salud-paciente e investigador- voluntario de investigación, así como sobre la exigencia de la firma en un papel que puede tornarse factor de desagregación en todo este proceso. Otra vez se enfatiza la importancia del proceso de consentimiento y no solamente el contrato, es decir, la mera firma en un documento.
Finalmente, pero no menos importante que toda la reflexión anterior, está el capítuloV, enfocado al proceso de consentimiento en un contexto intercultural. Aquí se busca contextualizar aspectos culturales del consentimiento, su aplicación, su entendimiento, sus significados. Sabemos que el proceso de consentir es distinto en sociedades individualistas o en sociedades colectivas. Tratamos de buscar algunos indicativos sobre la manera de contemplar lo diverso sin perder la noción de que la decisión es de la persona o de su comunidad, dependiendo de la situación en que se está aplicando.
Nos gustaría aclarar que los ejemplos, casos o anécdotas relatados en este libro no son totalmente coincidentes con situacio- nes ocurridas, sino una compilación de varios casos con los cuales nos hemos apoyado en nuestra trayectoria profesional manejando temas de bioética desde 1996. Por lo tanto, no se tratan de casos idénticos a los ocurridos, pero todos los ejemplos se basan en hechos reales.
En fin, sabemos que no es posible agotar el asunto, ni tampoco hemos logrado abarcar todas las variables que componen el proceso de consentimiento. Pero hemos buscado, de una manera objetiva y clara, tratar sobre el tema consentimiento informado bajo el marco de su utilización en la práctica asistencial y la investigación en salud. Nuestra intención fue problematizar el asunto y proporcionar algunos subsidios a los profesionales de la salud que se apoyan a diario en su quehacer con situaciones donde no siempre es posible la aplicación de un consentimiento en condiciones ideales. Tratamos de enfatizar también, a lo largo de los distintos capítulos, que existen situaciones en que la teoría se ve distanciada de la práctica, y es precisamente donde una cierta flexibilidad asociada a la creatividad del profesional se tornan sumamente importantes de estar presentes, además de la valoración de la participación activa del paciente o voluntario de investigación en todo el proceso de consentir. Con ello llamamos la atención para que el proceso de consentir tenga una relación directa con la relación profesional-paciente. Los modelos contractuales en que el paciente es tratado como un cliente no son modelos fructíferos en países latinos, donde tenemos una tradición de relaciones profesionales basadas mucho más en la confianza y en el afecto, que en contratos.
Esperamos que las reflexiones aquí propuestas sirvan como un incentivo y guíen a los profesionales para profundizar sus propias reflexiones sobre el tema, tornando la relación personal de salud-paciente y la atención a la salud en un proceso cada vez más compartido, construido en conjunto, contextualizado y, sobre todo, que valore la diversidad de la sociedad en que vivimos, tratando de respetar e incluir a las diferencias, de manera que todos se sientan parte activa del proceso.
Tabla de contenidos
ÍNDICE
Introducción
I. Historia y orígenes del consentimiento en la atención a la salud
II. Capacidad para consentir y la falacia del consentimiento de quién no puede consentir
III. Similitudes y diferencias en la construcción del proceso de consentimiento en investigación y en asistencia en salud.
IV. La igualdad de los desiguales: la exigencia normativ
V. Proceso de consentimiento en contextos interculturales
VI. A manera de conclusión
Bibliografía